LA COLUMNA. Un repaso a la actualidad desde otro punto de vista

Se podría resumir fácilmente como una película de amor, de amor con mayúsculas, un amor trágico e imposible, como todos los grandes relatos de amor, y un guión donde los silencios dicen más que las palabras. Situada en la “América profunda”, no se trata sólo de una mirada al mundo homosexual sino de una historia de amor prohibido, de sentimientos frustrados, de la intolerancia, a veces criminal, y de la incapacidad de llevar a cabo un sueño.

Como pocos, Ang Lee ha sabido manejar magistralmente los diferentes registros que ha explorado. Después de realizar películas tan diversas como Sentido y Sensibilidad, Tigre y Dragón o su más reciente Hulk, Lee vuelve a sorprendernos con este film, una historia de amor en la que el hecho de que los protagonistas sean dos hombres queda totalmente relegado a un segundo plano pues consigue que la gente antes de entrar al cine hable de "la película de los dos cowboys gays" y salga de él haciendo alusión, no al tema de la homosexualidad como tema principal, sino a la historia de amor que han visto: sentida, contenida y difícil. Las interpretaciones de Heath Ledger como Ennis, de Jake Gyllenhaal como Jack y también la de Michelle Williams como Alma, son muy creíbles (a pesar del maquillaje) y desde aquí espero que les caiga un Oscar a cada uno (las nominaciones ya las tienen).

Ante todo, el film refleja sentimientos comunes a todos cuando nos vemos abocados por el destino a relaciones sentimentales imposibles, incompletas y dolorosas, bien sea por un entorno hostil, bien por temor a nosotros mismos.

Lo mejor:

La escena del reencuentro, por dos motivos: en ella se capta realmente ese deseo reprimido por tanto tiempo, y también por la cara de Alma (de lo mejor de la película) cuando ve a su marido "reencontrándose" con Jack.
La última media hora de la película: con la trágica noticia, la escena en casa de los padres de Jack, la camisa escondida en el armario y la tristeza por lo que pudo ser y no fue.

Lo peor: